Los estudiantes del programa de formación complementaria acompañados de la rectora y sus docentes tutores de la institución, estuvieron en la Escuela Normal de Pamplona enriqueciéndose de una experiencia extraordinaria. Ha sido un privilegio sumergirnos en un ambiente donde la excelencia educativa no es solo un ideal, sino una realidad palpable, forjada a través de procesos rigurosos y un compromiso inquebrantable con la formación integral.
Desde el momento de nuestra llegada, se hizo evidente el profundo legado de esta prestigiosa institución. La Escuela Normal de Pamplona, a lo largo de su trayectoria, ha cultivado una atmósfera de aprendizaje dinámico y significativo, donde cada proceso educativo está diseñado para potenciar el desarrollo pleno de los futuros educadores. Hemos sido testigos de cómo se entrelazan la teoría y la práctica, la innovación pedagógica y la tradición formativa de las dos Escuelas Normales, creando un modelo de excelencia que inspira y motiva.
Los procesos que hemos podido observar y, en muchos casos, participar, son un claro reflejo de su dedicación a la calidad. Desde la planificación curricular hasta las estrategias de evaluación, pasando por la formación continua de sus docentes y la implementación de metodologías activas, cada aspecto demuestra un profundo conocimiento y una pasión por la enseñanza. Se percibe un énfasis constante en la reflexión crítica, la investigación y la búsqueda de las mejores prácticas, todo ello orientado a formar profesionales capaces de enfrentar los retos del siglo XXI.
Pero más allá de los procesos, lo que realmente ha marcado esta experiencia es el *compartir de saberes*. Hemos tenido la oportunidad de interactuar con docentes y directivos de la Escuela Normal de Pamplona que irradian conocimiento, experiencia y una generosidad admirable. Las conversaciones han sido un verdadero festín intelectual, donde cada intercambio ha sido una lección en sí misma. Hemos aprendido de sus enfoques innovadores, de sus estrategias para fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes, de su dedicación a la inclusión y de su profundo respeto por la diversidad cultural que enriquece su entorno.
Este encuentro ha sido un recordatorio poderoso de que la educación es un acto de construcción colectiva. El compartir de saberes no solo fortalece a quienes lo reciben, sino que también enriquece a quienes lo ofrecen, creando un círculo virtuoso de aprendizaje y crecimiento mutuo. La Escuela Normal de Pamplona nos ha demostrado que la verdadera excelencia educativa se nutre de la colaboración, del diálogo abierto y de la voluntad de aprender unos de otros.
Salimos de esta experiencia con la convicción de que el camino hacia la excelencia educativa es un viaje continuo, y que instituciones como la Escuela Normal de Pamplona son faros que iluminan ese sendero.
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